Los Tres Sellos del Dharma
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Toda enseñanza auténtica del Buddha debe llevar tres Sellos del Dharma: impermanencia, no-ego, y nirvana.
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El primer Sello del Dharma es la impermanencia. Nada permanece igual por dos instantes consecutivos. Heráclito dijo que nunca podemos bañarnos dos veces en el mismo río. Confucio, mientras miraba una corriente, dijo: "Siempre fluye, día y noche." El Buddha nos imploró no solo que hablásemos sobre la impermanencia, sino que la utilizáramos como instrumento de ayuda a la hora de penetrar profundamente en la realidad y obtener una comprensión liberadora. Podemos estar tentados a decir que el sufrimiento existe porque las cosas son impermanentes. Pero el Buddha de nuevo nos anima a observar. Sin impermanencia la vida no es posible. ¿Cómo podemos transformar nuestro sufrimiento si las cosas no son impermanentes? ¿Cómo puede mejorar la situación en el mundo? Necesitamos la impermanencia para la justicia social y la esperanza.
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Si sufrís no es porque las cosas sean impermanentes, es porque creéis que son permanentes. Cuando muere una flor no sufrís mucho porque comprendéis que las flores son impermanentes. Pero no podéis aceptar la impermanencia de vuestra amada, y sufrís profundamente cuando se va.
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Si examináis profundamente la impermanencia, haréis lo mejor posible por hacerla feliz ahora mismo. Comprendiendo la impermanencia os volvéis positivos, amorosos y sabios. La impermanencia es una buena noticia. Sin impermanencia nada sería posible. Con impermanencia toda puerta está abierta al cambio. En vez de lamentarse deberíamos decir: "¡Larga vida a la impermanencia!" La impermanencia es un instrumento para nuestra liberación.
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El segundo Sello del Dharma es el no-ego. Si creéis en un ego permanente, un ego que existe eternamente, un ego independiente y separado, vuestra creencia no puede describirse como budista. La impermanencia es desde el punto de vista del espacio. Cuando consideramos más y más profundamente las nociones de ego, persona, ser vivo y periodo vital, descubrimos que no hay límites entre ego y no-ego, persona y no-persona, ser vivo y no-ser vivo, periodo vital y no-periodo vital. Cuando damos un paso sobre la tierra verde, nos damos cuenta de que estamos hechos de aire, luz solar, minerales y agua, de que somos hijos de la tierra y del cielo, unidos a todos los demás seres, tanto animados como inanimados. Esta es la práctica del no-ego. El Buddha nos invita a morar con atención en las concentraciones (samadhi) de interser, no-ego e impermanencia.
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El tercer Sello del Dharma es el nirvana, que significa "extinción", la extinción de las aflicciones y de las nociones. Las tres aflicciones básicas de los seres humanos son el deseo, el odio y la ignorancia. La ignorancia (avidya), la incapacidad de comprender la realidad, es la más importante de ellas. Por nuestra ignorancia deseamos cosas que nos destruyen, y nos enfurecemos en muchas ocasiones. Intentamos atrapar el mundo de nuestras proyecciones y sufrimos.
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Nirvana, la extinción de todas las aflicciones, representa el nacimiento de la libertad. La extinción de una cosa siempre conlleva el nacimiento de otra. Cuando se extingue la obscuridad llega la luz. Cuando se elimina el sufrimiento, siempre están allí la paz y la felicidad. Muchos estudiosos dicen que el nirvana es aniquilación, la extinción de todo, y que los budistas aspiran a no-ser. Han sido mordidos por la serpiente del nirvana.
Toda enseñanza auténtica del Buddha debe llevar tres Sellos del Dharma: impermanencia, no-ego, y nirvana.
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El primer Sello del Dharma es la impermanencia. Nada permanece igual por dos instantes consecutivos. Heráclito dijo que nunca podemos bañarnos dos veces en el mismo río. Confucio, mientras miraba una corriente, dijo: "Siempre fluye, día y noche." El Buddha nos imploró no solo que hablásemos sobre la impermanencia, sino que la utilizáramos como instrumento de ayuda a la hora de penetrar profundamente en la realidad y obtener una comprensión liberadora. Podemos estar tentados a decir que el sufrimiento existe porque las cosas son impermanentes. Pero el Buddha de nuevo nos anima a observar. Sin impermanencia la vida no es posible. ¿Cómo podemos transformar nuestro sufrimiento si las cosas no son impermanentes? ¿Cómo puede mejorar la situación en el mundo? Necesitamos la impermanencia para la justicia social y la esperanza.
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Si sufrís no es porque las cosas sean impermanentes, es porque creéis que son permanentes. Cuando muere una flor no sufrís mucho porque comprendéis que las flores son impermanentes. Pero no podéis aceptar la impermanencia de vuestra amada, y sufrís profundamente cuando se va.
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Si examináis profundamente la impermanencia, haréis lo mejor posible por hacerla feliz ahora mismo. Comprendiendo la impermanencia os volvéis positivos, amorosos y sabios. La impermanencia es una buena noticia. Sin impermanencia nada sería posible. Con impermanencia toda puerta está abierta al cambio. En vez de lamentarse deberíamos decir: "¡Larga vida a la impermanencia!" La impermanencia es un instrumento para nuestra liberación.
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El segundo Sello del Dharma es el no-ego. Si creéis en un ego permanente, un ego que existe eternamente, un ego independiente y separado, vuestra creencia no puede describirse como budista. La impermanencia es desde el punto de vista del espacio. Cuando consideramos más y más profundamente las nociones de ego, persona, ser vivo y periodo vital, descubrimos que no hay límites entre ego y no-ego, persona y no-persona, ser vivo y no-ser vivo, periodo vital y no-periodo vital. Cuando damos un paso sobre la tierra verde, nos damos cuenta de que estamos hechos de aire, luz solar, minerales y agua, de que somos hijos de la tierra y del cielo, unidos a todos los demás seres, tanto animados como inanimados. Esta es la práctica del no-ego. El Buddha nos invita a morar con atención en las concentraciones (samadhi) de interser, no-ego e impermanencia.
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El tercer Sello del Dharma es el nirvana, que significa "extinción", la extinción de las aflicciones y de las nociones. Las tres aflicciones básicas de los seres humanos son el deseo, el odio y la ignorancia. La ignorancia (avidya), la incapacidad de comprender la realidad, es la más importante de ellas. Por nuestra ignorancia deseamos cosas que nos destruyen, y nos enfurecemos en muchas ocasiones. Intentamos atrapar el mundo de nuestras proyecciones y sufrimos.
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Nirvana, la extinción de todas las aflicciones, representa el nacimiento de la libertad. La extinción de una cosa siempre conlleva el nacimiento de otra. Cuando se extingue la obscuridad llega la luz. Cuando se elimina el sufrimiento, siempre están allí la paz y la felicidad. Muchos estudiosos dicen que el nirvana es aniquilación, la extinción de todo, y que los budistas aspiran a no-ser. Han sido mordidos por la serpiente del nirvana.
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