Chibchas funza
Los historiadores colombianos Enrique Otero D'Costa y Gerardo Arrubla (1) afirman que "de los tiempos anteriores a la conquista no se conocen datos por los cuales se pueda afirmar que los primitivos habitantes de Colombia hubiesen desarrollado actividad alguna estadística". (2)
Con referencia a los chibchas, a los que denominan "los más civilizados", dicen que "apenas si podían contar hasta la docena y muy difícilmente hasta el centenar". Y sostienen:
"Desconocían la numeración y por lo tanto el cálculo", de lo que deducen que "era imposible una actividad estadística por parte de esos primitivos habitantes". No obstante, los autores hablan de que tenían una economía de trueque y usaban como signo de cambio una moneda de oro, llamada "cuca", a la que señalan como carente de ley, que se empleaba principalmente como tributo al Cacique, de donde se deduce que alguna debía de tener en tratándose de la primera autoridad.
"Desconocían la numeración y por lo tanto el cálculo", de lo que deducen que "era imposible una actividad estadística por parte de esos primitivos habitantes". No obstante, los autores hablan de que tenían una economía de trueque y usaban como signo de cambio una moneda de oro, llamada "cuca", a la que señalan como carente de ley, que se empleaba principalmente como tributo al Cacique, de donde se deduce que alguna debía de tener en tratándose de la primera autoridad.
Otra cosa debe tenerse en cuenta: cuando se habla del mundo aborigen anterior a la irrupción europea de 1492, lo primero que debe especificarse es a qué período histórico de él nos referimos. Para el conocimiento de la presencia de la estadística en la sociedad, en efecto, es necesario saber previamente de qué agrupación social se trata. Si son, por ejemplo, comunidades arcaicas, la estadística no puede ir más allá del reparto entre sus miembros de los productos de la recolección natural, o sea, que no han sido objeto de la producción personal del hombre. Ahora bien. En su desenvolvimiento la tribu labora, se entrevera con otras, ya sea por medio de la guerra, sometiéndolas a la esclavitud o por medio del comercio, debido al crecimiento de los sobrantes de la producción, domesticando a los animales para subyugarlos en el trabajo, mejor dicho, hace complejas sus actividades y, desde luego, Y instaura la lucha de clases al establecer la diferencia de oportunidades entre los hombres, a base de la apropiación de los medios de producción. En esta era esclavista, la estadística, como necesidad ineludible de la contación de las cosas se encuentra en el meollo mismo de la sociedad.
Es por lo menos llamativo observar el hecho de que a la llegada de los españoles, las promociones sociales de esta parte del globo se encontraban, unas más y otras menos, en el estadio de colectividades de clase, con una casta señorial en la cúspide y una vasta masa trabajadora en la base Y es mas curioso aun, constatar que muchas de estas agrupaciones se hallaban en pugna, en el curso de su desarrollo, por someterse unas a otras en procura de una unidad nacional, es decir, que la acumulación de plusvalía las había compelido a ensanchar sus dominios territorial y económicamente hablando Así, por suerte de una curiosa coincidencia histórica, estaban, dentro de sus características sociológicas propias, en una tarea similar a la que confrontaba Europa a la salida de la Edad Media En estas condiciones, es lícito suponer que la falta de un metro contable, vale decir, de una estadística, hubiese sido poco menos que un contrasentido Para Alejandro Lipschutz el mito es una "formula matemática" (3) y en este sentido el mismo incluye una forma de estadística.
Volviendo al concepto de que los chibchas solo sabían contar hasta 12, es posible que pudieran contar 12 veces 12, de lo cual no parece abrigar dudas. Y silo hacían estaban en mejores condiciones estadísticas que nosotros, que solo tenemos por los números dígitos, hasta el 9 y el 0. A mayor abundancia, sabían de cuántos miembros contaban su clase señorial y cuántas eran las gentes de abajo que tenía cada señor a su servicio. No se crea que para efectos de la división del trabajo no haya necesidad de contar a los hombres; para la realización de una obra, cualquiera que ella sea, lo primero es contar a los hombres que deberán emprenderla, según su tamaño o importancia.
Abriendo el abanico a la amplitud del mapa primitivo de esta parte del mundo, el hecho de que solo se encuentren escasas referencias de la actividad propiamente estadística entre las naciones indianas, aún entre los primeros cronistas, no anda muy disociado del desprecio con que vieron los españoles a los naturales, por sus usos, costumbres, religiones, etc. La definición que sobre ellos da Ginés de Sepúlveda en su "Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios", es comprobante fehaciente de ello. Los llama "bárbaros, crueles, inhumanos, cerdos, puercos, hombrecillos, sin ciencia alguna, carentes de letras, sin leyes escritas, apoyados en costumbres salvajes, en relación con nosotros de monos a hombres y sin monumentos históricos", "sino cierta oscura y vaga reminiscencia de algunos hechos consignados en ciertas pinturas"..., y afirma: "¿No es todo eso prueba de que ellos son siervos por naturaleza? ". Es así como justifica la coyunda de la conquista sobre "estas gentes incultas, bárbaras, blasfemas e idólatras, contaminadas de nefandos sacrificios y religiones impías". Elogia la guerra que se hace a los aborígenes en nombre de la "ley divina" y la autorización de esta para someterlos a la servidumbre. En tales condiciones ¿Cómo iban a conservar los españoles el testimonio sobre sus estructuras sociales, formas de trabajo y de vida y, desde luego, fundamentos de la estadística? No obstante, los registros no ignoran en ocasiones la existencia de algo que se relaciona con la contación, base elemental de esta actividad. El "quipo" inca no puede ser descontado de este criterio. Cortés no puede negar que el gobierno de México es "casi como las señorías de Venecia y Génova o Pisa", y compara la manera de vivir con la de España, "y con tanto concierto y orden como allá" (4).
El indio, por su parte, ve en los conquistadores a "unos bárbaros y salvajes, que como si fueran monos levantan en sus manos el oro y se les ilumina el corazón". Dice que su avidez no tiene límites, porque "como unos puercos de la tierra, puercos hambrientos, ansían el oro", y ello correspondía de una u otra manera a una forma de contacion. Así mismo ocurría para la balanza para el peso de los productos del trueque en algunas partes de lo que hoy es el territorio colombiano. Pero seguramente mucho antes de la conquista las expresiones estadísticas formaban parte de la historia verbal. Oviedo dice de una costumbre de los naturales de la Española y las demás islas, cuyos cantares o areytos servían para enumerar a los caciques pasados, cuáles y cuántos fueron, y muchas otras cosas que quieren que no se olviden. Esta a manera de historia se roza con la demografía. Hacia 1590 Martín de Marúa en su obra "Los orígenes de los incas", hace esta referencia: "cuando alguna vez se juntaban en sus teatros era para oír la memorias de sus antepasados". Y Jesús Lara dice que en el teatro, de que tanto gustaban los incas, "reproducían la vida y hazañas de los Incas y consigo la grandeza del imperio tawantinsuyano", es decir, hacían demografía histórica. Aún hoy, esa estadística oral tiene vigencia en ciudades y aldeas bolivianas y peruanas.
Con respecto a los chibchas, las referencias de los cronistas contradicen el concepto de los historiadores citados al principio de esta relación. Fray Pedro Simón (5) afirma que tenían código de temporadas climáticas de siembras y cosechas, lo mismo que sistemas de riego en terrenos de secano, lo que supone que ejercían actividades de contación estadística. Igual cosa es posible deducir del funcionamiento de los mercados o ferias de Tunja, Funza, Turmequé, Zipaquirá, Pasca. El uso de moneda es también entre ellos una unidad de medida.
Pero lo que denota más la presencia de una actividad colindante con la estadística, ya no de carácter indirecto sino manifiesto, es el establecimiento de una contabilidad incluso con anotación de ventas a crédito e intereses. Ello se explica porque su intercambio comercial se había extendido hasta las tribus ribereñas del alto, medio y bajo Magdalena, con establecimiento de mercados chibchas en Sorocotá, Neiva y Santa Marta (6). Fray Pedro Simón señala que su influjo llegaba hasta las zonas más apartadas de Centro América (7), y algunos cronistas llegan a afirmar que el intercambio, por el Sur, se hacía hasta con las regiones del Imperio de los Incas, lo que revela la importancia de los excedentes de su economía y, por lo tanto, la complejidad a que había llegado esa sociedad
Ahora bien. Pueblos menos desarrollados que los chibchas presentan testimonios que, de una u otra manera, se relacionan con las 'bases' elementales de toda estadística, como ser el recuento de personas, bienes o servicios de la sociedad. En cuanto a las promociones humanas de la región del Caribe situadas en Urabá se sabe que tenían calendario de siembras y cosechas (para los cultivos de maíz, yuca, batata y otros). Los catíos, (residentes en lo que hoy es Antioquia) usaban un sistema de pesas y medidas (8). Los laches (de las regiones de Ubita y Chita actuales)(9); los taironas; los quimbayas; los ansermas; los nutibaes; los sinúes y otros de los que poblaban el territorio actual de Colombia, mostraban adelantos en niveles en los que asoman los sistemas de contación, en cualquier parte en que aparezca, sociológicamente hablando, la soberanía tribal.
Del arribo de Gonzalo Jiménez de Quesada a los dominios de los chibchas, en 1538, hasta la aparición de esta sociedad, en 1550, se extienden las luchas contra los invasores y se verifica la extinción de la soberanía tribal, para imponer en su reemplazo el nuevo orden económico y social, modelo este que se difundió por todas las comarcas de lo que hoy es la República de Colombia.
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